sábado, 26 de febrero de 2011

Monte Endino desde Olea


Vivimos en la era digital, la información nos llega en grandes cantidades y a la velocidad de la luz. Muchas veces se trata de miles de presentaciones de diversa índole y contenido, otras de cientos de chistes y  una infinidad de correos basura. Pero de vez en cuando navegando por este océano de webs, blogs y redes sociales, encuentras algún relato que sobresale de los demás, una de esas historias que te paras a leerla tranquilamente, recorriendo mentalmente lo descrito.
El relato en cuestión lo encontré visitando las redes sociales, se trata  de un artículo en la revista digital “Montaña Montaña”, una verdadera joya firmada por Andrés Díez. El título “Monte Endino. El señor de las nubes”.
Una vez realizado el recorrido con la mente, nos disponemos a ejecutarlo con nuestras botas de montaña. Teníamos previsto realizar la ruta circular SLS-30, partiendo desde Olea.
La subida desde Olea es continua pero llevadera. Nos lleva casi directamente a la primera de las cumbres, donde se encuentra el mojón geodésico.
Seguimos con el paseo y descubrimos los restos de una hilera de trincheras, nos traen los sonidos mudos del horror y de la guerra.
Llegados a la cumbre,nos hicimos la foto del momento.
Ahora tenemos otra tarea que realizar, no es otra que descubrir la cara pétrea del anciano del Endino, la cara que tanto nos cautivó con su relato Andrés. Los niños son expertos en estos trabajos, su mirada imaginativa les hace los buscadores perfectos.  Como no podía ser de otra manera, fue la agudeza de Yaiza la que nos reveló la faz tan tremendamente humana.
Las nubes van ganando la batalla a la barrera de montes y elevaciones de las Montañas Cántabras. Avanzan a gran velocidad en nuestra dirección, apenas se distingue la cercana Reinosa y el pantano del Ebro. Son nubes negras, cargadas de agua, dispuestas a descargar en cualquier momento.
Pronto la cumbre quedo cubierta de nubes y las primeras gotas de fría lluvia nos indicaron que teníamos que volver por el camino más corto a los coches y dejar para otra ocasión el recorrido original. Algunos viendo los nubarrones tan negros, se lanzan en una carrera loca, monte abajo como almas llevadas por el diablo.
Como teníamos día por delante, buscamos el sol más al sur, parando a comer en Olleros de Pisuerga. Agradecidos por los rayos del astro rey, comimos sin prisas y con tiempo para asistir a la segunda clase de nudos.
Visitamos la iglesia rupestre de los Santos Justo y Pastor mientras apuramos  los últimos rayos de sol. Como lagartos, absorbemos la energía luminosa, sabemos que al cruzar las montañas volveremos a sumergirnos en la lluvia.
Gracias Andrés por tu maravilloso relato y por la hermosura de tus fotografías, ¡Chapó!.

         

domingo, 20 de febrero de 2011

Midiaju Frío desde el puerto del Escudo

Esta es la primera vez que recorremos parte de las cumbres que se encuentran en la Sierra del Escudo (no confundir con la Sierra del Escudo de Cabuérniga). Muchas veces hemos atravesado el puerto que da nombre a esta sierra, pero siempre de paso nunca nos hemos decidido pasear por sus cumbres, hasta hoy…
El Mediajo ó Midiajo Frío es la montaña más alta de esta sierra, su cumbre apenas sobrepasa los 1300 m. de altitud. Las cumbres de esta sierra son suaves y redondeadas,  donde abundan los pastos, el brezo y las turberas.
Para subir al Midiajo Frío partimos desde el Puerto del Escudo, iremos cumbreando durante todo el recorrido hasta llegar a la citada cima. Este recorrido nos ofrece muy buenas vistas a lo largo del recorrido. Podemos ver desde los montes del norte de Burgos y Palencia, hasta el mar Cantábrico.
Desde aquí observamos el daño que han causado los numerosos incendios en las montañas pasiegas, estas se visten de negro, carbonizadas y maltratadas por el hombre, el mismo hombre que unas veces es guardián y otras veces asesino, esa odiosa mezcla de amor y crueldad que recibe de nosotros nuestra querida naturaleza.
Más blancas y esperanzadoras aparecen las sierras del Cordel, Híjar, Cebollera y Peña Labra.
Nada mejor que Japus, para narrar lo acontecido en el día. Una jornada luminosa y con la atmósfera muy limpia, una verdadera delicia para no parar de disparar nuestras cámaras.
Esta ruta ofrece una buena excusa para estirar las piernas y contemplar una gran variedad de paisajes. Nos quedamos boquiabiertos y anonadados contemplando las aguas del pantano del Ebro, totalmente tranquilas e inertes se convierten en un gran espejo, reflejando las legiones de nubes que apresuran el paso avivadas por el viento.
Este recorrido me lo imagino cubierto de nieve y me acuerdo de las raquetas, que este año casi no las hemos quitado ni el polvo. Supongo que vendrán años mejores, porque ya se sabe. “Años de nieves, años de bienes”, y dados los tiempos que corren no nos viene nada mal.¡No! si al final esta larga crisis también va a afectar a la meteorología…
Disfrutad con las bellezas de estos paisajes echando un vistazo a las fotos. El recorrido no tiene pérdida, pero por si la niebla nos traiciona no esta demás tener el recorrido cargado en nuestro GPS.

         
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