domingo, 31 de octubre de 2010

Collados del Asón. Canalahonda

Volvemos a dejarnos caer por el Alto Asón. En esta ocasión vamos a visitar otro de sus cañones, Canalahonda ó Canal Honda. Rafa ya lo había recorrido en una de las visitas guiadas que realizan RENPCAN, por lo tanto él será el encargado de guiarnos.
La mañana está fresca y el cielo amenaza lluvia, de camino al Parque Natural de los Collados del Asón, alguna nube descargó sobre nosotros el líquido elemento, pero de una forma débil  y fugaz. Esperemos que nos respete el día, aunque las previsiones meteorológicas dicen todo lo contrario.
Dejamos los coches en el aparcamiento de los Collados del Asón, rápidamente empezamos a subir por la pista que nos llevará a El Alto de la Posadía. A nuestra izquierda se abre la brecha de El coladero que da acceso a Los Campanarios.
Descendemos a la hondonada de Brenavinto para posteriormente desviarnos por el camino que nos llevara a la cabaña del Senderón. Este cabaña ofrece una bucólica estampa otoñal.
Dejamos la cabaña para buscar el paso que nos llevará al Collado de los Lobos, antes atravesaremos un umbrío y húmedo bosque de Hayas.
Una  vez pasado el collado, a nuestra derecha se abre la Canal. Una pequeña cuesta nos lleva al inicio de la grieta. Una vez entrados en la canal  la senda discurre entre las verticales paredes de piedra que se van abriendo a nuestro paso. Según avanzamos por la senda, me imagino a Moisés separando las aguas del mar Rojo con su calado, para que su pueblo escapara a la libertad. Mientras miras con cierto recelo la verticalidad de las paredes pétreas, fantaseo pensando que de un momento a otro se va a cerrar el paso, atrapándonos como quedaron atrapados los ejércitos egipcios entre las aguas del mar Rojo.
Cuanto más avanzamos, más nos embobamos. La vida se arraiga entre las piedras, monolitos de piedra aparecen entre las hayas, son rincones escondidos celosamente entre guardianes de piedra. No dejo de considerar a la naturaleza como la mejor de los artistas, en su lento camino por colonizar una árida tierra durante millones de años, nos ha dejado una y otra vez numerosas muestras de su obra.
La lluvia otoñal empieza a caer y las nubes abrazan las cumbres de este circo glaciar, se cierran sobre nosotros obligándonos a cubrirnos. El canal llega a su fin y un gran monolito de piedra nos indica la salida. Echamos un último vistazo a esta maravilla y abandonamos sus paredes.
Ahora Rafa nos guía de vuela a los coches por la cabaña de Concinchao. En el bosque que hay a los pies de la cabaña buscamos refugio entre las piedras. A resguardo de la incesante lluvia nos disponemos a comernos el bocadillo, aunque esta vez de una forma apresurada.
El otoño ya está muy avanzado y los bosques caducifolios lucen sus mejores galas, poco a poco dejan caer sus hojas tapizando el suelo con una alfombra multicolor. Contemplamos por última vez la estampa y volvemos a los coches en busca de ropa seca.


         

domingo, 17 de octubre de 2010

El Desfiladero de las Palancas desde Bricia

Antes de venir a vivir a Cantabria, cuando aprovechábamos tener tres días seguidos para salir pitando del trajín de Madrid para empaparnos de la naturaleza del norte, cuando el camino más corto e interesante, era venir por el puerto del Escudo. Siempre que pasaba por Paradores de Bricia, antes de llegar al puerto de Carrales en dirección a Santander, se abre a la derecha un pequeño valle,  tremendamente verde y rodeado de montañas. Pues bien ha llegado el momento de cumplir otro deseo y descubrir este valle, de paso mataremos “dos pájaros de un tiro” visitando el Desfiladero de las Palancas.
Tengo que reconocer muy a mi pesar, que hemos realizados pocas marchas por la vecina provincia, y no entiendo muy bien el porqué, pues la zona Norte de Burgos es alucinante y muy desconocida, por lo menos para nosotros. Muchas veces la hemos visitado en coche, pero solo descubres un porcentaje muy pequeño de lo que esconden sus rincones. Visitar este pequeño valle es descubrir una pequeña joya escondida, con unos pequeños pueblos, que no lo son en belleza.
Dejamos el coche en Bricia, luce el sol, pero solo es un engaño, la temperatura exterior de 6º y el viento del norte nos hace volver a la realidad ¡Hace mucho frío!. El pueblo parece fantasma, solo nos recibe un lugareño que viene de dar un paseo matinal. Nos deseamos un buen día y avanzamos por el camino que nos llevará hasta Crespo. Este camino recorre el valle por la parte más alta en su vertiente sur. Por lo que vamos teniendo buenas vistas al mismo.
El sol nos deja y unas amenazantes nubes del norte se van acercando cada vez más. Ahora el camino va descendiendo entre el bosque hasta llegar a la carretera que llega a Crespo, localidad del Valle de Manzanedo y que conserva una hermosa iglesia románica. Nos desviamos de nuestro camino para verla y pasear por sus calles.
Después de recorrer su calles y coger alguna nuez, volvemos a buscar una senda que nos llevará hasta el desfiladero de las Palancas. La senda esta muy cerrada de escajos y nos obliga a seguir paralelos a ella entre los pinos, un poco más adelante la senda se despeja y volvemos a ella. Pero enseguida se vuelve a cerrar, hay unas cintas atadas a las ramas que indican el camino, pero se cierra mucho y buscamos otra alternativa paralela más despejada.
Al final nos encontramos con el camino que se dirige al desfiladero. Atravesamos el arroyo de la Pisa y nos encontramos con el sendero de gran recorrido GR-85, que recorre las Merindades. Le seguimos hasta el desfiladero que atravesamos cual cabritillas saltando de piedra en piedra. Los paparazzi con las cámaras atentos a las caídas, pero nuestra destreza hizo que se fueran a casa sin ninguna exclusiva.
Recorrido parte del desfiladero volvemos por nuestro pasos y seguimos las marcas del GR hasta llegar a Munilla, que nos recibe con un manto de agua que nos obliga a ponernos a cubierto. Munilla es un pueblo de calles empinadas, casas muy bien conservadas y con un entorno envidiable. Lástima que la incesante lluvia no nos dejó disfrutar y recorrer sus calles.
La idea original de subir al pico Cielma, la tuvimos que abandonar, el tiempo arrecia y ya no vemos la cumbre del pico, lo mejor es abandonar la idea y volver a los coches. Aprovechamos una pausa para ponernos en camino de vuelta a los coches, apuramos el paso para intentar comer en un sitio más acogedor. La lluvia y el viento nos invitan a no entretenernos muchos.
Ahora recorremos el valle en sentido contrario, por una pista a media ladera que recorre la vertiente norte en dirección a Villanueva de Carrales. La pista pasa por el pueblo abandonado de Perros.
Es un rincón muy hermoso con unos ejemplares de fresnos de gran porte. Seguimos por la pista hasta pasar por un pinar, aquí nos desviamos por la pista que baja al valle hacía la izquierda, tenemos que atravesar el valle hasta la vertiente sur donde se sitúa encaramado a las rocas el pueblo de Bricia, nuestro destino.
Al final llegamos a los coches sin comer, nos cambiamos y buscamos el calor de un bar en Cilleruelo de Bezana, donde su propietaria muy amablemente nos dejó comer y entrar en calor.
Me ha vuelto a sorprender muy gratamente la ruta realizada, es un bello valle que contiene una gran variedad de flora, los bosques se alternan entre hayas, robles, encinas y pinares, una mezcla rara y sorprendente. Esa especie de corazonada que brotaba durante los trayectos de Madrid a Cantabria al pasar por estas tierras, ha resultado ser cierta y muy satisfactoria. Me gustaría volver en primavera, cuando los campos explotan de vida, seguro que merece la pena repetirla y contemplar la singularidad de estos parajes.

          

domingo, 10 de octubre de 2010

Peña Cabarga desde Solares

El jueves pasado Héctor, realizó una salida escolar del Instituto, los de tercero de la ESO subieron a Peña Cabarga desde Solares. Este domingo Héctor esta animado a enseñarme la ruta que hizo con los compañeros de su clase. Sin duda que las ocasiones así no se pueden dejar pasar, tener tan ilustre guía es motivo más que suficiente para disfrutar de la mañana del domingo.
En esta ocasión no nos acompañan las chicas que deciden tener un día de descanso, salvo Saika que se apunta a un bombardeo si hace falta. La idea es hacer el recorrido del tirón para intentar llegar a comer a casa. Según la hoja informativa nos espera unos 15 km de recorrido. No hay tiempo que perder, cogemos agua, alguna barrita energética, la cámara y el GPS para marcar la ruta.
Las agujas del reloj se acercaban a las 11:00 cuando salimos del IES en dirección a Sobremazas, pasamos al barrio de Rioz por un pequeño túnel, es un barrio bastante bonito. Llegamos a un pequeño parque donde se encuentra la surgencia del río Cubón, junto a un lavadero. Atravesamos el parque y nos desviamos por un camino que asciende por la ladera sur de esta sierra. El camino sigue ahora el trazado del antiguo ferrocarril minero.
Avanzamos a buen ritmo y ya estamos cerca del barrio Tarriba de Pámanes. Aquí empieza la ascensión propiamente dicha a Peña Cabarga. La senda avanza entre encinas, madroños y escajos. Una mirada para atrás nos descubre a los pozos de Valcaba, restos de la actividad minera de la región. Ganamos altitud y seguimos viendo más restos de la actividad minera que se desarrolló en este macizo.
Ya vemos las antenas y el “pirulí”, pero la vista es engañosa, todavía nos queda una buena pendiente por subir. Llegados a una pequeña población de pinos y subimos la fuerte pendiente que nos llevan a culminar Cabarga.
El frío viento arrecia con fuerza en la cumbre, los arropados y abrigados visitantes de la Cámara Oscura nos miran extrañados, sin duda preguntándose ¿de donde han salidos estos dos en camiseta corta?. Pero nuestros cuerpos todavía están sudorosos y soltando calor. Unas fotos de las vistas y corriendo para abajo antes de empezar a enfriarnos.
Acortamos por la ladera hasta llegar a la carretera que desciende por la cara norte del macizo, ahora solo hay que seguir la carretera hasta llegar a Santiago de Heras, sin duda es lo más pesado de la ruta, sobre todo a los que no nos gusta el asfalto.
Antes de llegar a Santiago hay un cruce a la derecha, justo antes de llegar a la última curva, donde acaba la pendiente; lo cogemos y seguiremos la carretera hasta llegar de nuevo al barrio de Rioz, pero antes pasaremos por el embalse de Heras.
Terminamos un agradable paseo matinal atravesando la mies del Corro que nos lleva de nuevo en el IES. Son cerca de las 14:30, hemos recorrido unos 17 km., y tenemos mucha hambre.
Es muy agradable compartir una mañana de domingo con los hijos, algunos padres los llevan al futbol, a pescar, en bicicleta, al parque. A mí me resulta muy emotivo compartir con ellos una jornada en la montaña, y uno se siente muy orgulloso cuando tu propio hijo es el lazarillo de tus pasos. Son los momentos que se quedan grabados para siempre, son los recuerdos que no se deben olvidar.
Y es que crecen tan deprisa estos “condenaos”…  

          

sábado, 9 de octubre de 2010

Sierra de la Alcomba desde Ogarrio

Volvemos de nuevo a Ogarrio, teníamos una cita pendiente con la sierra de Alcomba y en particular con su máxima altura, el pico Rubrillu, Robrillo, La Comba o más tétricamente llamado Montes del infierno. Más tarde descubrimos el porque de este nombre…
El día amenaza lluvia, pero el viento del sur de momento la mantiene alejada de nosotros, la temperatura es muy agradable, impropia de los días otoñales.Empezamos a andar desde la plaza de Ogarrio en dirección al collado de San Miguel, la senda está bien marcada y es de sobra conocida por nosotros.
Entre charlas y risas avanzamos, ganando altura hasta llegar al collado. Hacía el oeste se eleva la sierra del Mullir, al este, la sierra de la Alcomba.  Bordeando un enorme hoyo para dirigirnos al este, seguimos las marcas ganando altitud con vistas a Ogarrio, al valle de Asón y a los macizos de Hornijo, Alto Asón y de Castro Valnera. Al Oeste se van formando una negrura en el cielo que poco a poco se va acercando, ya podemos oler a la lluvia, pero de momento no nos alcanza.
Entre hierba y rocas crecen unos deliciosos manjares en forma de setas y hongos, que son aprovechados por Pili y Javi, que empiezan a ser buenos micólogos. Ahora nos adentramos en las entrañas de esta sierra, recorriendo los hoyos salpicados de hermosas hayas, hasta llegar a un pequeño y hermoso bosque de hayas. Seguimos de frente en dirección este, buscando la cima de Rubrillo, el bosque lo dejamos a mano derecha, y seguimos de frente buscando el camino que baja a la Alcomba.
Nada más pasar el bosquete vemos el camino, lo seguimos hasta un cercano collado. En el alto del collado unos hitos a nuestra izquierda nos indican el camino se subida al pico. El camino se vuelve más agreste y avanza por zona de lapiaz y garmas. Un curioso monolito calizo nos indica el camino a seguir, ya vemos el vértice geodésico de la cima, ya nos queda poco por recorrer.
De pronto el camino se torna más complicado, hay que avanzar en una garma con piedras de punta y muy afiladas, un pal paso puede resultar fatal. Vamos asegurando el paso poco a poco, aunque la hierba dificulta la tarea, entre tanteo y tanteo vamos avanzando, ahora bordeando una enorme y profunda sima. Algunos decidimos dejar las mochilas y los bastones que en vez de ayudar dificultan la tarea. Ahora es el momento de fiarse de las manos y agarrarse a las piedras como si nos fuera la vida en ello, ahora entendemos la etimología del nombre de este monte.
El paisaje es tremendamente hermoso, errático, una mezcla de infierno de piedra y vida en forma de hayas, algún tejo y pequeños arbustos que intenta colonizar la garma.
Después de alguna pequeña trepada llegamos a la cumbre. Nos hacemos la foto, contemplamos las vistas y volvemos por nuestros pasos, no nos imaginamos pasar por el complicado lapiaz con la roca mojada. Recogidas las mochilas y los bastones nos vamos en busca de un lugar mas resguardado para comer.
 
Una vez comidos y descansados realizamos el camino de vuelta. Seguimos por el camino que nos lleva al pueblo La Alcomba, al llegar a las primeras casas nos desviamos a la derecha para coger la carretera que baja a Barruelo. La recorremos algo más de un kilómetros hasta llegar a unas curvas pronunciadas, donde nos desviamos de nuevo a la derecha para coger un camino que nos lleva por el barrio de la Sota y que se dirige a Ogarrio.
Saldamos nuestra cuenta particular con la sierra de La Alcomba nos merecemos un café, que tomamos gustosos en el siempre acogedor Ogarrio.

                 
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