sábado, 18 de junio de 2011

Rucandio- Portillo de la Lunada

Hace unos meses que me andaba rondando por la cabeza subir desde  el pueblo hasta el Portillo de la Lunada, recorriendo las cimas que encontramos a nuestro paso. Era una ilusión, un pequeño reto, donde dar cabida al sueño de recorrer en una sola jornada parte de los montes que hemos ido visitando a lo largo de muchas jornadas de montañismo: “Brenas, Alto de Bustablado, Alto del Tejuelo, Porracolina, Carrío, Pizarras, Veinte…”.
Ocho fuimos los que partimos de Rucandio: Tino, Cote, Héctor, José Manuel, Chema, Javi, Pablo, un servidor y nuestra fiel compañera Saika.
Con las primeras luces iniciamos el camino, partimos hacía Brenas, recorriendo parte de los hoyos que se forman en las Peñas de Rucandio, buscando la pista que une La Cavada con Angustina.
Empezamos la primera de las subidas, la que nos lleva a nuestra querida Brenas, altura máxima del municipio de Riotuerto. Desde aquí la ruta nos da un descanso que aprovechamos para disfrutar de las vistas.
El día poco a poco va abriendo mientras seguimos las pistas que nos dan vistas a los dos valles, Miera y Asón.
Llegamos al Alto de Bustablado y nos adentramos en una de las zonas más bellas y recónditas: El Canal del Haya.
Cuatro veces la he visitado, y en todas las ocasiones el paisaje ha cambiado. Ahora, a las puertas del verano el canal se vuelve más hermoso, quizás más sombrío por la vegetación que está mucho más frondosa. Las haya se hacen majestuosas, abarrotando sus copas de verdes hojas.
Hermosa como ninguna esta canal es muy atrayente y siempre es un placer recorrerla.
Salimos de este pequeño universo, como si volviéramos de otro mundo, de un viaje por el tiempo. Nos encaminamos al alto del Tejuelo, desde donde contemplamos la recia y a la vez hermosa figura del Porracolina.
Nos tiramos monte abajo, un mirada para ver la figura de Pablo que se pierde en el fondo del barranco del Paso Malo, cuando llegamos al Paso, Pablo ya está subiendo la pared herbosa que le lleva a la Fuente del Porracolina. Disfrutando en su ambiente, es una gozada verle andar con tanta facilidad por estos terrenos.
Nos queda de roer el hueso más duro de la ruta. Las fuertes pendientes herbosas que nos llevan a la lima del Porracolina. La pendiente se acrecienta y además tenemos que recuperar los metros perdidos en el descenso para buscar el Paso Malo. Cada uno sube a su ritmo buscando el camino más cómodo.
Mientras tanto Pablo nos saluda desde la cima ¿?, ¿No será un extraterrestre disfrazado?
Las nubes cubren la cima del Porracolina, aprovechamos para comer, ya estamos en el mediodía y tenemos que reponer fuerzas. Las nubes se retiran de la cumbe y aprovechamos para hacer cima.
Nos encaminamos al Carrío, el viento sopla con fuerza y la temperatura ha descendido considerablemente. Llegamos a la base de este monte y tenemos que salvar una fuerte pendiente herbosa, desde abajo se ve más dura de lo que realmente es.
Nos quedan cerca de 6 km para terminar la ruta y las piernas  empiezan a dar signos de cansancio. Seguimos subiendo en busca del Pizarras. Se echa la niebla y nos juntamos, cada vez hace más frío y estos últimos kilómetros se hacen muy pesados. Cansado, sin vistas ni referencia me va haciendo mella en el ánimo.
Acortamos por debajo de la cima del Pizarras y bordeamos la cima del Veinte metidos de lleno en la fría niebla. Desde el Veinte solo nos queda bajar al Portillo de la Lunada.
Volvemos a tener vistas y el ánimo crece cuando vemos el cartel que anuncia la altura del puerto. Mientras esperamos a los coches que nos bajaran a Rucandio, una sonrisa de satisfacción se dibuja en nuestra cara.
Todos quedamos satisfechos, unos más cansados que otros y el incombustible de Pablo, ¡fresco como una rosa!. Nos prometimos realizar otro reto, esta vez circular. Habrá que pensar en ello, pero eso es parte del futuro, ahora toca descansar.

         

domingo, 12 de junio de 2011

Lekanda desde Pagomakurre

En Abril nos dimos una vuelta por el macizo kárstico de Itxina, teníamos intención de subir al Lekanda, pero en esta ocasión no pudo ser.
 
Para no repetir camino realizaremos la subida desde el aparcamiento de Pagomakurre. En vez de coger la pista que nos llevará hasta las campas de Arraba, atajaremos por la ladera del Lekanda, hasta encontrarnos con el paso que nos lleva al macizo de Itxina.
Una vez llegados al macizo seguimos las marcas que nos guían a la cumbre del Lekanda.
La vuelta la realizaremos por la pista que baja desde las campas de Arraba al aparcamiento de Pagomakurre. Pero antes disfrutaremos de una sesión fotográfica en las campas.
Una ruta corta que permite disfrutar de una comida tranquila en la zona de recreo de Pagomakurre.

         

sábado, 4 de junio de 2011

Mullir desde Ogarrio


Muchas son las veces que hemos subido a la cima del Mullir, pero en ninguna ocasión desde Ogarrio, teníamos que probar la ascensión desde esta bella localidad.
El camino de subida coincide con el que lleva hasta la peña Rubrillu, llegando al Hoyo Redondo hay que girar a la izquierda al oeste.
No hay una senda visible, o por lo menos nosotros no la vimos, así que optamos por subir “peñas arriba”, buscando el camino más accesible entre la garma.
Pasada la garma, el camino se vuelve visible y desde aquí se hace más llevadero, unos metros más arriba llegamos a la cima del Mullir.
La bajada la realizamos siguiendo unas marcas de senderos PR hasta llegar a la pista construida para la construcción de la  línea de alta tensión. Seguiremos por la pista hasta encontrar el desvío que nos lleva de nuevo al Hoyo Redondo.

         

sábado, 21 de mayo de 2011

Las Faldas de Castro Valnera II

Han pasado dos años desde que empezamos a compartir nuestra afición por las montañas en este pequeño “rinconuco”.
Muchos son los lugares visitados, los kilómetros recorridos, y las experiencias vividas, porque no tenemos que olvidar que “subir al monte” es algo más que realizar una caminata por las montañas, es descubrir,  disfrutar, reír,  compartir, ver, oler, escuchar y en ocasiones… dolor y cierto sufrimiento. En definitiva, “subir al monte” es… ¡VIVIR!.
La ruta de este fin de semana transcurre por paisajes pasiegos, me atrevería a decir que quien no haya visitado esta comarca, se pierde una de las identidades de Cantabria, lógicamente no es la única, pero posiblemente la más característica.
Pasear por la zona Pasiega, es descubrir la simbiosis entre el hombre y la naturaleza en estado puro. Con mucho trabajo y sufrimiento el hombre ha ido ganando pastos en zonas donde la lógica dice lo contrario. Las cabañas y los prados se asientan en pendientes imposibles, cuando se observar la siega de estos prados tan inclinados, uno se da cuenta de la tremenda dureza a la que están sometidos estos habitantes. La crudeza del entorno y el aislamiento de estos montes forjan el carácter de sus moradores que son tremendamente abnegados y trabajadores.
La ruta circular parte de Portilla, cruzamos el arroyo de Rucobao por un viejo puente. A partir de aquí una subida sin descanso entre pequeños bosques, prados y cabañas hasta llegar a El Cueto de Hormías.
Desde esta cima contemplamos la hermosa figura del Castro Valnera y todo el recorrido de la ruta.
Nos dividimos en dos grupos, unos parten hacía las cabañas de La Vara, otros ascendemos por la Len Hermosa para recorrer parte de los Picones Negros. Más adelante nos volveremos a encontrar para comer todos juntos en las cabañas de Lelsa.
Seguimos recorriendo las faldas, entrando y saliendo por los numerosos canales que forman la piel de esta magnífica montaña.
Se empiezan a oír los primeros truenos, todavía están lejos, pero mejor nos apresuramos y descender con cierta premura.
El track de la ruta es el que realizamos los que subimos por la Len Hermosa. La bajada es algo complicada, con mucha pendiente por zona herbosa y alguna destrepada. Mucha precaución en el descenso, en todo caso se puede volver por el mismo camino de subida a la Len Hermosa para buscar el camino habitual que lleva a las cabañas de La Vara. En caso de duda descargar el Track  primera ruta Faldas de Castro Valnera.
Una ruta con un gran valor paisajístico, muy recomendable para realizarla en primavera, cuando los pastos lucen un verde intenso.

         

domingo, 8 de mayo de 2011

Linto-Bordillas-Canal del Haya-Mirones

Volvemos a la cuenca del Miera para andar por los numerosos macizos calizos de esta comarca, es sin duda una manera muy gratificante de pasar un domingo en el monte.
Nuestra geografía Cántabra, esconde cientos de rincones ocultos, muchos de ellos son solo conocidos por los pocos habitantes de la comarca y por la bendita locura de algún montañero que se adentra en estos parajes. Hoy recorreremos parte de esos rincones. La ruta que nos lleva, es una ruta de las que dejan huella, de las que merece la pena repetir.
En Linto iniciamos el camino, nos dirigimos hacia Ajanedo, por una pista que recorre sus barrios. Ajanedo se asienta a los pies de un magnífico roquedo calizo, con apariencia de ser prácticamente inexpugnable. Nada más lejos de la realidad, una senda bien formada va tomando altura y salvando la peña que se desploma sobre la carretera a San Roque del Río Miera.
La senda gana altitud entre piedras, brezo y hierba. Más arriba, a la derecha del camino nos encontramos con la entrada de una cueva, veremos más a lo largo del recorrido.  Seguimos avanzando y nos adentramos en la zona denominada “Bordillas”. Una zona de pastos entre las agujas calizas, donde los fresnos se asientan a los pies de las pocas cabañas del lugar, estos coexisten junto con los avellanos y algunos ejemplares de hayas.
El lugar es un pequeño oasis de paz, de verde pasto, donde solo se escucha el trinar de los pájaros y las voces del viento que susurra canciones a las hojas de los árboles, un pequeño trozo del paraíso apartado de la llamada “civilización”. El lugar invita a tumbarse en la hierba fresca, respirar profundamente, cerrar los ojos y llenarnos con los sonidos que nos llega de la naturaleza.
Abandonamos las Bordillas para dirigirnos al Alto del Tejuelo. Las vistas se amplían y emerge la majestuosa figura del Porracolina.
Por estos lugares pasta un buen rebaño de cabras; pasto y piedras por donde trepar, sin duda que este es su hábitat. Nos dirigimos al Canal del Haya, un laberinto de agujas calizas, donde el avance precisa de atención y asegurar plenamente la pisada. Un pequeño universo de desafiantes rocas, caprichosas figuras y hayas que buscan el sustento enraizando entre las piedras.
Así es la Canal, mitad infierno, mitad paraíso, donde se mezclan las rocas afiladas como cuchillos, con el verdor de las hayas y los avellanos. Este singular paraje fue refugio y escondite de “los que se echaron al monte”, durante la dura postguerra civil española.
Dejamos la Canal en el Alto de Bustablado, hacía el norte tenemos un magnífico panorama  de la comarca del Miera y de parte sus barrios y poblaciones: Linto, Miera, La Cárcoba, Mirones, La Cantolla, Angustina.
Al fondo, las peñas de Rucandio, y en el horizonte, el Mar Cantábrico y la hermosa bahía de Santander. Al este, Arredondo (la capital del mundo), protegido por la mole caliza de Rocías.
Seguimos nuestro camino, ahora por mejor terreno, llegamos al Picón y enlazamos por una pista en dirección al collado de la Maza. Avanzamos por la pista para bordear La Mesa por una pista que parte a la izquierda (oeste).
Ya solo nos queda bajar por una pista bastante inclinada y con mucha piedra suelta. Esta pista nos deja a los pies del  magnífico Puente Romano de Mirones (aunque data del siglo XVIII, fue construido por la Real Fábrica de Cañones de La Cavada, para la obtención y transporte de la madera que alimentaba sus hornos).
Una ruta de las más bellas que se pueden realizar por la comarca, con un paisaje escondido, muy variado, agreste y sobre todo cautivador. Además, hoy la hemos disfrutado de muy buena compañía, con nuestros compañeros habituales y con el Grupo de Montaña Cacicedo; para nosotros ha sido un placer compartir camino con José, Tere y los demás.

         
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