Hoy es fiesta en Cantabria, es el Día de Cantabria y se celebra en el Santuario de la Bien Aparecida. Día de peregrinaje para muchos cántabros, llegan al santuario desde diferentes lugares de la geografía Cántabra para venerar a la patrona de la región.
Nosotros este año hemos aprovechado la ocasión para realizar una tercera aproximación al Porracolina en lo que va de verano. En esta ocasión desde Socueva, pero antes pasaremos por el Mosquiteru, que por cierto, ya sabemos el porque de este nombre, ya lo descubriréis más adelante…
En vez de partir desde la capital del mundo, Arredondo, decidimos quitarnos los 2,5 km. de carretera y empezar la subida desde la localidad de Socueva. La primera idea era conocer el Mosquiteru, pero el día tan magnífico que ha amanecido lo podríamos aprovechar para acercarnos al Porracolina, y de paso conocer la subida para futuras rutas.
Empezamos a caminar por una pista en dirección a la Iglesia Rupestre de San Juan, posteriormente la dejaríamos a nuestra derecha, dejaremos su visita para la vuelta. Seguimos subiendo y al poco tiempo abandonamos la pista para avanzar por un camino empedrado. El camino serpentea entre piedras y helechos, ganando altura hasta un cercano collado. Al otro lado del collado tenemos las cabañas de Buzulucueva.
Aquí el camino nos da un respiro antes de adentrarse en una zona muy agreste, entramos a los dominios del lapiaz. Rodeamos el impresionante Hoyo Cojoso por el oeste. El camino se cierra, las altas hierbas lo cubren y complica mucho el avance ya de por si duro.
Las zonas de lapiaz y de garmas son difíciles de superar, pero esconden rincones mágicos y asombrosos. Las hayas nacen de las piedras, las piedras forman miles de figuras que alimentan la imaginación, el suelo desaparece en profundas simas. Estos lugares parecen restos de otros mundos o de épocas remotas de la tierra, cuando los hombres no caminábamos por su corteza.
Pasado el interminable lapiaz nos acercamos al Alto de la Musquía, antes de llegar al alto nos encontramos con una señal en una roca que nos indica la dirección de la Sima del Cueto, una de las mayores cavidades de España. Llegados al alto, contemplamos las vistas del valle de Asón, las cercanas Peñas Rocías y los Porros del Mortillano. Giramos a la izquierda para subir las rampas herbosas del Mosquiteru, que se van empinando según vamos llegando a la cima. Curiosa la cima del Mosquiteru, por un lado rampas herbosas, por el otro grandes cubos de piedra forman una cumbre muy peculiar.
Como dije más arriba, en la cumbre descubrimos el porque de su nombre, Mosquiteru. Oleadas de mosquitos, parecidos a hormigas de alas, moran en la cumbre. Se nos cuelan por todos sitios y con el sudor se pegan en el cuerpo. No les gusta que nos adentremos en sus dominios, solo cuando llegamos a las rocas nos dejaron un poco en paz.
Enseguida nos ponemos en marcha, es pronto y decidimos seguir hasta Porracolina. Avanzamos cumbreando y nos encontramos con una pequeña trepada, muy cómoda, la superamos sin problemas.
Más arriba las Peñas Gordas, desde aquí la pendiente se suaviza y prácticamente desaparece. Tenemos vistas en todos los puntos cardinales, al Norte la costa y las grandes poblaciones, al Sur el Alto Asón y Castro Valnera, al este Peñas Rocías y la sierra de Hornijo y al oeste las grandes cumbres de la sierra del Cordel, Peña Sagra y los Picos de Europa.
Descendemos al Alto de Pipiones donde saciamos la sed y llenamos las cantimploras en la fuente que nace a los pies del Porracolina. Solo nos queda subir a la cumbre y comer. Llegados a la cumbre otra comitiva de mosquitos nos espera, son pesados y nos obligan a sacar las fotos a la carrera y cambiar los planes de comer en la cumbre.
Lo mejor es volver a la fuente y comer cerca de ella, donde los mosquitos nos dejen en paz. Yo creo que es la visita más corta que hemos hecho a la cumbre del Porracolina.
La tarde esta bochornosa, se empieza a formar alguna nube, aunque no disipa el calor reinante.
Comidos y refrescados volvemos por nuestros pasos, una vez conocido el terreno la vuelta se hace más corta…
Y en poco más de una hora llegamos a la zona más complicada, el lapiaz. La hierba tapa el camino, el suelo por donde se pisa no se ve y hay que avanzar poco a poco, asentando cada pisada, evitando la caída que en estos terrenos puede ser fatal y muy dolorosa.
El bochorno crece según vamos bajando y el camino empedrado que baja por Cubillas del Aire se vuelve tremendamente pesado.
Dejamos la visita a la Iglesia rupestre para otra ocasión, es tarde y estamos cansados. Ya entrados en el pueblo recorremos las últimas curvas que nos llevan al coche. Unos ejercicios de estiramiento para recuperar las cansadas piernas y descendemos a Arredondo para tomar un merecido refrigerio.
Es hora de volver a casa, es tarde y hay que descansar.
Enhorabuena, bonita ruta, y preciosas fotos!
ResponderEliminarNos queda para una futura ocasión la vuelta completa. Me han gustado las fotos y el camino realizado, tiene de todo! :)
Saludos,Javi.