Hoy es el Día Internacional de la Montañas, no se nos ocurre mejor manera de celebrarlo que subir a una de las tantas y tan hermosas montañas que tenemos en nuestra geografía.
Volvemos a las Merindades, en esta ocasión a los Montes Obarenes. Llevamos mucho tiempo con ganas de visitar la ciudad más pequeña de España, me refiero a Frías. Pero antes tenemos que hacer honor al día que celebramos y subiremos al Humión, considerada la cima más alta de los Montes Obarenes, con una altitud de 1435 m.
Javi, será el encargado de guiarnos hasta la cima, para ello ha elegido un camino que recorría en su niñez, el camino parte de la carretera que nos lleva de Frías a Valderrama.
La mañana está muy despejada y la helada caída durante la noche ha sido muy grande, el suelo está prácticamente helado, el agua caída en los días pasados ha saturado la tierra, ahora ese agua mezclada con la tierra se ha helado y el suelo está muy duro, como un bloque de hielo.
La pista empieza a ganar altitud con unas rampas bastantes píndias, el sol que va apareciendo entre las cumbres de estos montes, junto con el esfuerzo de la subida van haciendo su efecto y nos empieza a sobrar la ropa. Una mirada para atrás y contemplamos la ciudad de Frías, con la silueta del castillo encaramado en la roca. Empiezo a tener ansiedad por visitar la ciudad, desde aquí se ve muy hermosa, pero tendremos que esperar a la tarde.
La subida ahora se suaviza y seguimos el cordal que nos llevará al pico Humión. Desde el cordal la vista se amplia y tenemos vistas al Valle de Tobalina. El valle se encuentra en parte cubierto por la niebla, de entre la niebla surgen las chimeneas de la central nuclear de Garoña.
Seguimos subiendo hasta llegar a la parte más bonita de la ruta. Tenemos que atravesar un paso entre farallones de rocas, es el paso con más dificultad, aunque no entraña riesgo alguno.
Al final de las formaciones rocosas hay que subir a la plataforma de rocas que nos lleva a la cima del Humión. Una Cruz metálica, muy semejante a la que hay en Gorbea, nos indica que estamos en el punto más elevado.
El sol está en lo alto de la bóveda celeste, su calor nos invita a descansar y reponer fuerzas, mientras tanto contemplando los paisajes castellanos.
Descansados y repuestos del esfuerzo bajamos por el mismo camino. Ahora nos toca recorrer las calles de Frías, pero antes pararemos a comer en el Santuario de Ntra. Sra. de la Luz, en Tobera. El entorno de Tobera tiene un encanto especial, el agua corre por todas partes, cascadas que saltan al vacío entre rocas y quejigos.
La comida rápida y ligera, hay mucha humedad y en las puertas del desfiladero el sol no llega a calentar el santuario, además el sol aligera su recorrido para irse a dormir.
Apenas un par de horas para visitar el castillo de Frías y pasear por las pintorescas calles. Al filo de la noche, en semioscuridad, con el aroma de la leña que calienta los hogares, se para el tiempo y retrocedemos al pasado, a los tiempos forjados con la armadura y la espada.
Frías conserva ese sabor medieval en sus calles, ha sido una visita demasiado corta, sin duda que volveremos a recorrer la ciudad, quizás en primavera, cuando el campo se llena de vida.
Que bonita, la verdad que las pocas rutas que han ido acompañadas de ruta turística al pueblo tienen también un encanto especial...me gustaaaaaaaaaa
ResponderEliminarUn abrazo