Tenía una cuenta pendiente con el macizo de Itxina. Fue cerca del Ojo de Atxulaur, en un tropezón de lo más tonto, la mala fortuna se fijó en mí y como consecuencia me llevé para casa una fractura de muñeca. Debido a este imprevisto nos quedamos sin recorrer gran parte de este enigmático macizo. Es hora de volver a recorrer sus rincones y de ahuyentar los fantasmas de la caída.
Volvemos a Urigoiti en un día primaveral. Contemplamos con asombro la figura de este impresionante macizo kárstico, se asemeja a una fortificación, una muralla de piedra caliza.
Accedemos a sus entrañas por el paso de Atxaragun, desde Urigoiti, parece infranqueable, pero según se va subiendo el paso se vuelve más accesible. Es un paso duro, no apto para abordarlo en días lluviosos o con niebla, tiene un considerable desnivel, en la parte última hay que ayudarse de las manos y agarrarse fuertemente a la hierba. Una vista a nuestras espaldas nos da una idea de la dureza del tramo.
Ya hemos accedido al macizo y nos encontramos con un gran laberinto de hoyos, piedra y hayas. Recorrer estos parajes no es tarea fácil, es un terreno muy abrupto, lleno de grietas, simas, cuevas y vegetación. Es muy fácil perder las marcas y abandonar la senda correcta, poniéndonos en apuros. En caso de niebla es mejor no acceder al macizo.
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La primera trepada para sacarnos la foto de grupo.
Cambiamos de dirección para subir la cima de Aitxkorrigain. Desde la cima vamos cresteando por una parte del recorrido. Después nos adentramos para recorrer algunos de sus hoyos jalonados con inmensas hayas. La idea es subir al Lekanda, pero Héctor no tiene un buen día, esta débil y dejamos la subida al Lekanda para otra ocasión.
Reponemos fuerzas a la sombra de unas hayas que empiezan a brotar. El café con leche condensada se ha convertido en una deliciosa rutina gracias al infernillo de Javi, ¡Que momentos!.
Los primeros jirones de niebla van apareciendo tímidamente entre las cimas del macizo. Poco a poco van ocultando los picos, después las copas de los árboles… Es el momento de bajar, no estamos muy lejos del Ojo de Atxulaur, pero no hay que fiarse. A este paso natural nos dirigimos con un poco de sopor, después de comer nos quedamos adormilados.
Unos metros antes de llegar al monumento natural, pasamos por donde tuve la caída, después de dos años nos falla la memoria: ¡Fue aquí!, dije yo; ¡No, más abajo!, me replican; ¡Me acuerdo que enfrente había hierba!, sentencia Pili…
No hay nada mejor que la risa para recordar un mal trago. Nos tenemos que reír más a menudo y compartir esos momentos con los demás, tenemos que reírnos de nosotros, de nuestras desgracias, en definitiva de la vida, que ¡Ya se ríe ella bastante de nosotros!.
Atravesamos el Ojo de Atxulaur, dejamos atrás este rincón mágico, donde tiene Mari otra de sus moradas, la cueva de Supelegor. Bajamos a Urigoiti por verdes campas entre espinos y hayas de gran porte.
Atravesamos las verdes campas de Egalasaburu. Más abajo llegamos a el área recreativa de Urigoiti, el punto final de la jornada.
Bonitas fotos Rufo, me alegro de que hayas ahuyentado los fantasmas de tu caida el 18.04.2009. Ya han pasado dos años, tras esa fecha abriste este blog y revisando las fotos de aquel día ... ¡cómo pasa el tiempo! y ¡cómo cambia todo también! Qué bien que hayas podido desquitarte y disfrutar a tope del hermoso lugar. Saludos, Bego
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