El año pasado por estas fechas realizamos una ruta circular que partía de Allende. Desde la cima del Agero veíamos al otro lado del desfiladero de la Hermida, justo encima de Lebeña, una mole caliza con un porte asombroso, muy elegante y altiva, con una vertiginosa caída a plomo sobre el desfiladero de la Hermida. Se trataba de Peña Ventosa, tanto nos cautivó que no hemos parado hasta que hemos puesto los pies en sus rocas.
Iniciamos la marcha en Lebeña, dejamos los coches en el aparcamiento a la entrada del pueblo. La mañana esta parcialmente soleada y la temperatura es muy agradable. Subimos por una sucesión de pistas y atajos hasta llegar a un grupo de cabañas, se trata de los invernales de Lebeña.
Desde aquí parte una senda ancha que se dirige al Collado Taruey y al Collado Pasaneu. Seguimos la senda y pasamos por un manantial que brota en abundancia de la roca. Después el camino realiza una larga revuelta que nosotros atajamos, para seguir subiendo hasta alcanzar un pequeño hayedo. Las hayas van brotando tímidamente, poco a poco los hayedos van recuperando el verdor perdido con la caída de la hoja otoñal.
Unas praderas verdes nos invitan a descansar y a reponer fuerzas, tenemos al Collado Taruey a tiro de piedra. Desde el cual empieza lo divertido de la ruta. Avanzaremos por la cresta y por la cara sur hasta llegar a Peña Ventosa.
A los pies del pico hay que realizar unas pequeñas trepadas que aconsejan dejar las mochilas. Ahora sin peso y con más movilidad es otra historia, vamos trepando y siguiendo los hitos que nos llevan a la cima. Hay tiempo para jugar al despiste, Héctor se esconde detrás de una roca, para ver que hacen los demás.
En la cima hay un hito de gran altura, la cumbre ofrece unas vistas de infarto, una panorámica de 360 º, seguramente sea uno de los mejores miradores de Liébana.
Y por lo que vemos, poco transitado. Nos hemos encontrado con bastantes senderistas que iban o venían por la pista que continua a Collado de Sejos, o a San Pedro de Bedoya; pero solo nosotros nos hemos desviado para subir a la cumbre. Quizás la última trepada eche para atrás a la gente, pero con precaución no tiene mayores complicaciones, como siempre con el terreno seco.
Volvemos por nuestros pasos y buscamos un sitio para comer al resguardo del viento, desde que pasamos a la cara sur de la peña el viento se ha hecho notar, ahora encontramos sentido al nombre de Peña Ventosa. Una rocas al lado de un roble seco nos sirve de protección, es hora de recuperar fuerzas y de disfrutar de la comida.
La vuelta la realizamos atajando por el hayedo; mala idea, hay más pendiente de lo previsto y el terreno es muy resbaladizo. Momentos de alguna culada que otra y de muchas risas, supongo que producto de la tensión.
El cielo se va encapotando y las nubes se vuelven cada vez más amenazadoras. Llegando a la altura de los invernales de Lebeña el cielo se nos viene encima, agua, truenos, granizo y más agua. Apenas 15 minutos que nos dejo calados. Por suerte estamos cerca de los coches.
Esta es otra ruta imprescindible, seguramente no pueda competir en nombre, con las que se realizan en los cercanos macizos de Picos de Europa, pero en verdad que merece la pena visitar esta gran mole caliza y disfrutar del paisaje.
El track de la ruta es de solo subida, por lo tanto la distancia será el doble de la que indique el track. Ya que la vuelta por el atajo no es muy recomendable, he optado por eliminarla del track.
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