sábado, 21 de mayo de 2011

Las Faldas de Castro Valnera II

Han pasado dos años desde que empezamos a compartir nuestra afición por las montañas en este pequeño “rinconuco”.
Muchos son los lugares visitados, los kilómetros recorridos, y las experiencias vividas, porque no tenemos que olvidar que “subir al monte” es algo más que realizar una caminata por las montañas, es descubrir,  disfrutar, reír,  compartir, ver, oler, escuchar y en ocasiones… dolor y cierto sufrimiento. En definitiva, “subir al monte” es… ¡VIVIR!.
La ruta de este fin de semana transcurre por paisajes pasiegos, me atrevería a decir que quien no haya visitado esta comarca, se pierde una de las identidades de Cantabria, lógicamente no es la única, pero posiblemente la más característica.
Pasear por la zona Pasiega, es descubrir la simbiosis entre el hombre y la naturaleza en estado puro. Con mucho trabajo y sufrimiento el hombre ha ido ganando pastos en zonas donde la lógica dice lo contrario. Las cabañas y los prados se asientan en pendientes imposibles, cuando se observar la siega de estos prados tan inclinados, uno se da cuenta de la tremenda dureza a la que están sometidos estos habitantes. La crudeza del entorno y el aislamiento de estos montes forjan el carácter de sus moradores que son tremendamente abnegados y trabajadores.
La ruta circular parte de Portilla, cruzamos el arroyo de Rucobao por un viejo puente. A partir de aquí una subida sin descanso entre pequeños bosques, prados y cabañas hasta llegar a El Cueto de Hormías.
Desde esta cima contemplamos la hermosa figura del Castro Valnera y todo el recorrido de la ruta.
Nos dividimos en dos grupos, unos parten hacía las cabañas de La Vara, otros ascendemos por la Len Hermosa para recorrer parte de los Picones Negros. Más adelante nos volveremos a encontrar para comer todos juntos en las cabañas de Lelsa.
Seguimos recorriendo las faldas, entrando y saliendo por los numerosos canales que forman la piel de esta magnífica montaña.
Se empiezan a oír los primeros truenos, todavía están lejos, pero mejor nos apresuramos y descender con cierta premura.
El track de la ruta es el que realizamos los que subimos por la Len Hermosa. La bajada es algo complicada, con mucha pendiente por zona herbosa y alguna destrepada. Mucha precaución en el descenso, en todo caso se puede volver por el mismo camino de subida a la Len Hermosa para buscar el camino habitual que lleva a las cabañas de La Vara. En caso de duda descargar el Track  primera ruta Faldas de Castro Valnera.
Una ruta con un gran valor paisajístico, muy recomendable para realizarla en primavera, cuando los pastos lucen un verde intenso.

         

domingo, 8 de mayo de 2011

Linto-Bordillas-Canal del Haya-Mirones

Volvemos a la cuenca del Miera para andar por los numerosos macizos calizos de esta comarca, es sin duda una manera muy gratificante de pasar un domingo en el monte.
Nuestra geografía Cántabra, esconde cientos de rincones ocultos, muchos de ellos son solo conocidos por los pocos habitantes de la comarca y por la bendita locura de algún montañero que se adentra en estos parajes. Hoy recorreremos parte de esos rincones. La ruta que nos lleva, es una ruta de las que dejan huella, de las que merece la pena repetir.
En Linto iniciamos el camino, nos dirigimos hacia Ajanedo, por una pista que recorre sus barrios. Ajanedo se asienta a los pies de un magnífico roquedo calizo, con apariencia de ser prácticamente inexpugnable. Nada más lejos de la realidad, una senda bien formada va tomando altura y salvando la peña que se desploma sobre la carretera a San Roque del Río Miera.
La senda gana altitud entre piedras, brezo y hierba. Más arriba, a la derecha del camino nos encontramos con la entrada de una cueva, veremos más a lo largo del recorrido.  Seguimos avanzando y nos adentramos en la zona denominada “Bordillas”. Una zona de pastos entre las agujas calizas, donde los fresnos se asientan a los pies de las pocas cabañas del lugar, estos coexisten junto con los avellanos y algunos ejemplares de hayas.
El lugar es un pequeño oasis de paz, de verde pasto, donde solo se escucha el trinar de los pájaros y las voces del viento que susurra canciones a las hojas de los árboles, un pequeño trozo del paraíso apartado de la llamada “civilización”. El lugar invita a tumbarse en la hierba fresca, respirar profundamente, cerrar los ojos y llenarnos con los sonidos que nos llega de la naturaleza.
Abandonamos las Bordillas para dirigirnos al Alto del Tejuelo. Las vistas se amplían y emerge la majestuosa figura del Porracolina.
Por estos lugares pasta un buen rebaño de cabras; pasto y piedras por donde trepar, sin duda que este es su hábitat. Nos dirigimos al Canal del Haya, un laberinto de agujas calizas, donde el avance precisa de atención y asegurar plenamente la pisada. Un pequeño universo de desafiantes rocas, caprichosas figuras y hayas que buscan el sustento enraizando entre las piedras.
Así es la Canal, mitad infierno, mitad paraíso, donde se mezclan las rocas afiladas como cuchillos, con el verdor de las hayas y los avellanos. Este singular paraje fue refugio y escondite de “los que se echaron al monte”, durante la dura postguerra civil española.
Dejamos la Canal en el Alto de Bustablado, hacía el norte tenemos un magnífico panorama  de la comarca del Miera y de parte sus barrios y poblaciones: Linto, Miera, La Cárcoba, Mirones, La Cantolla, Angustina.
Al fondo, las peñas de Rucandio, y en el horizonte, el Mar Cantábrico y la hermosa bahía de Santander. Al este, Arredondo (la capital del mundo), protegido por la mole caliza de Rocías.
Seguimos nuestro camino, ahora por mejor terreno, llegamos al Picón y enlazamos por una pista en dirección al collado de la Maza. Avanzamos por la pista para bordear La Mesa por una pista que parte a la izquierda (oeste).
Ya solo nos queda bajar por una pista bastante inclinada y con mucha piedra suelta. Esta pista nos deja a los pies del  magnífico Puente Romano de Mirones (aunque data del siglo XVIII, fue construido por la Real Fábrica de Cañones de La Cavada, para la obtención y transporte de la madera que alimentaba sus hornos).
Una ruta de las más bellas que se pueden realizar por la comarca, con un paisaje escondido, muy variado, agreste y sobre todo cautivador. Además, hoy la hemos disfrutado de muy buena compañía, con nuestros compañeros habituales y con el Grupo de Montaña Cacicedo; para nosotros ha sido un placer compartir camino con José, Tere y los demás.

         

lunes, 2 de mayo de 2011

Peña del Moro

En la pasada Semana Santa se  realizaron las III Jornadas Montaña Cantábrica. Dentro de las jornadas se organizó la ruta popular “Subida a la Peña del Moro”. Aprovechando que la ruta está recién marcada y de paso echar un vistazo a la recién creada ferrata del Cáliz, decidimos realizar el mismo recorrido.
Dejamos los coches en el aparcamiento de las  Cuevas de Covalanas. Y descendemos por el camino que parte de Ramales a las Cuevas de Covalanas. Un poco más adelante nos encontramos con la ferrata, de momento la dejaremos para otra ocasión, cuando tengamos los equipos necesarios para realizar la escalada.
Seguimos bajando en dirección a Ramales, al cabo de unos cientos de metros nos encontramos unas marcas rojas que indican el comienzo de la ruta. Empezamos a disfrutar, con unos pasos que han sido asegurados con cables y cuerdas.
La senda va ganando altura muy rápidamente entre la abundante vegetación, al poco tiempo nos encontramos con la salida o parte final de la Ferrata, hay un pequeño puente nepalí al final de la escalada.
El camino sigue ganando altura atravesando un bosque cerrado donde abundan las encinas. Es una senda muy bonita y pronto llegaremos al denominado Valle del Silencio. La senda sigue avanzando en zona boscosa, el bosque es tan cerrado que apenas entra la luz del sol.
Cuando salimos del bosque estamos debajo de la cara norte de la Peña del Moro, ahora tenemos que bordear la peña para iniciar la ascensión por la cara sur.
Una vez en la cara sur, iniciamos la subida entre restos de actividades mineras, la pendiente se acrecienta hasta que llegamos a un pequeño collado justo en el centro de las dos cumbres. Obviamos la cumbre oriental para subir a la occidental.
Buenas vistas las que hay desde esta cima, descansamos y realizamos la bajada por la cresta hacia Sopeña, para buscar un camino muy bien trazado, seguramente era el acceso a las minas del lugar.
Bajamos por La Callejuela, preciosa zona, donde han asegurado el camino por medio de peldaños y barandillas de madera.
Pasado La Callejuela entramos otra vez en un bosque, esta vez se trata de un hayedo bien conservado, luego alternaremos con plantaciones de pinos hasta llegar al fondo del valle donde vuelven a aparecer la flora autóctona.
Una preciosa senda entre árboles recorre la ribera del río Calera, ya estamos llegando a los aparcamientos de Covalanas, este es el fin de nuestra ruta. Aprovechamos una de las mesas que han puesto para comer y de paso disfrutamos del sol que ha vencido a la capa de nubes.
Una ruta muy interesante que recorre lugares de sorprendente belleza, bosques de encinas, hayedos, pinares y como no podía ser de otra manera, pisaremos la roca caliza tan típica de estos montes. Espero la mantengan limpia, porque realmente merece la pena repetirla.
         
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