Este fin de semana cambiamos las verdes tierras de Cantabria, por la amarilla estepa manchega. En la comarca de los Montes de Toledo, se encuentra la localidad de Las Ventas con Peña Aguilera, situada a los pies de dichos montes, esta localidad ofrece un sinfín de caminos y veredas para poder practicar el senderismo, además es considerada como un paraíso cinegético, el corzo, la perdiz, el venado, el jabalí y sobre todo el conejo, son especies que campean por sus campos y sierras.
El pueblo se sitúa a las faldas del cerro del Águila, verdadera atalaya del lugar. En lo alto del cerro está enclavado el antiguo molino de viento, donde se molían los cereales hasta convertirlos en harina, unos metros más abajo, se encuentra la Ermita de Nuestra Señora del Águila, patrona del lugar.
Dispuestos a no perder la ocasión de recordar y revivir los calurosos paseos estivales en los largos días de Agosto, decidimos recorrer parte de las inmediaciones del pueblo, lugares visitados una y mil veces en mi niñez: El cerro, la Ermita, el Molino, las Peñas Coberteras, la Fuente Julián, el Pozo Nuevo,...
Pasadas las calurosas horas centrales del día y con el sol en descenso, partimos en dirección al cerro del Águila.
Nos dirigimos a la Ermita de Ntra. Sra. del Águila por un camino entre berrocales. En el pueblo abundan el granito, el cerro es prácticamente una roca de granito. Desde siempre ha existido el oficio de la cantaría y las canteras se extendián por los alrededores del pueblo. Los canteros pacientemente extraían lajas de las rocas para después trabajarlas y pulirlas; aun recuerdo el monótono ruido del martillo golpeando a los sucesivos punteros que se utilizaban para conseguir labrar la pieza y convertirla en una bola, un adorno o una losa. Un trabajo duro y muy pesado.
Por el camino se pueden encontrar grupos de pilas, donde las mujeres lavaban la ropa en épocas no muy remotas. Cerca de un grupo de pilas se encuentra una fuente, posiblemente de origen romano.
Por el camino se pueden encontrar grupos de pilas, donde las mujeres lavaban la ropa en épocas no muy remotas. Cerca de un grupo de pilas se encuentra una fuente, posiblemente de origen romano.
Unos metros más arriba llegamos a la Ermita de Ntra. Sra. del Águila. El restaurado molino de viento domina la estampa.
A la sombra descansamos y bebemos algo de agua, al rato seguiremos subiendo entre las moles de granito.
Ya hemos llegado a lo alto del cerro y contemplamos la figura del molino recortada en un cielo tremendamente azul.
Un cerro en la Meseta Manchega, se convierte en un excelente atalaya, desde donde se puede divisar un horizonte muy lejano, que sobrepasa el centenar de kilómetros. En un primer plano la población, al fondo, las figuras de las sierras se recortan en el horizonte.
Hacía el norte se extiende la llanura manchega, el sol del verano y las escasas precipitaciones estivales convierten a la llanura en un secarral, donde solo sobreviven las especies habituadas a la falta de agua, como la encina. En la extensa llanura, solo sobresale la figura de algún cerro que brota de vez en cuando en este universo ocre.
Seguimos nuestra marcha en busca de las Peñas Coberteras, estas son unas piedras caballeras que desafían la lógica y la gravedad.
La imaginación humana da nombre a cada una de las piedras, esta se asemeja a un puchero, con su tapa y todo.
La imaginación humana da nombre a cada una de las piedras, esta se asemeja a un puchero, con su tapa y todo.
Desde las peñas se puede ver todos los caminos que entran o salen del pueblo, un excelente mirador para los guardas de la caza. Desde aquí otean todo el territorio hasta las faldas de los Montes de Toledo.
Toca bajar de las Peñas Coberteras en dirección al Pozo Nuevo, pero antes nos pasamos por la Fuente Julián, para que Saika calme la sed y a la vez refrescarse en el pilón donde bebe el ganado.
Seguimos caminando y disfrutamos del aroma de las matas de tomillo, muchas no han resistido el calor y están casi secas. En los cercados, los conejos nos barruntan elevados en sus patas traseras con las orejas tiesas pendientes de nuestros movimientos, al mínimo peligro corren a refugiarse en las distintas entradas de los vivares o gazaperas. En lo alto de una peña una perdiz nos vigila, seguro que está cuidando de su prole, los polluelos no andarán muy lejos ocultos en la vegetación.
En los días de verano la vida se esconde entre la vegetación, las grietas de las piedras, los árboles o debajo del suelo. Solo al anochecer se vislumbra parte de la riqueza de estos lugares, cuando oleadas de conejos salen de sus escondites para comer la seca vegetación. En primavera el campo luce sus mejores galas, la vegetación se torna verde, crecen miles de flores, las retamas se tiñen de verde y amarillo, los caminos se convierten en torrentes y pequeños cauces, en las depresiones de los cercados se forman charcas y la vida explota ante tanta abundancia.
Llegamos al Pozo Nuevo, desde aquí bajábamos las garrafas de agua para beber, lavarse y otras cosas..., después con la traída del agua no nos hizo falta, aunque aún subíamos para bajar alguna garrafa de su rica y fresca agua para beber. Ahora casi en desuso, hasta ha desaparecido la bomba que servía para extraer el agua.
Llegamos al fin del paseo, una pequeña visita a la huerta para regar las plantas y vuelta para casa.
Un corto y bonito paseo por las inmediaciones de lo que fue el lugar donde pasábamos la vacaciones estivales. Son muchos los sitios por recordar: los baños en las charcas del río Milagros, los días de agua y pesca en el pantano de la Torre de Abraham, la piscina de los baños de San Pablo de los Montes, la necrópolis visigoda del Chorrito, la ermita de Santa Lucía, la Torre del Moro, pero sobre todo, los largos paseos al atardecer por los caminos que recorren estos montes.
TRACK GPS |
FOTOS |
Je, je, recorrer los lugares por donde correteabas de pequeño es algo especial. Asoman sobre la marcha recuerdos y sensaciones que creías ya olvidadas.
ResponderEliminarOs habrá costado subir al cerro, ¿cuanto de desnivel acumulado? :D Ahora en serio, bonito paisaje, distinto a lo estamos acostumbrados por aquí arriba, me gusta.
Bonitas fotos del paseo, para estar tomadas en pleno estío están muy bién.
[PS] El "paisano", el pater familias, supongo. ;)
Javi.
Todavía tengo las piernas cansadas del palizón, je, je.
ResponderEliminarAsí es, es el pater y todavía esta en forma, una máquina. En su época tenían que andar muchos kms., para atender al ganado o cuando estaban en la sierra, bajar a las fiestas del pueblo, :-).