Día 4 de vacaciones en la Montaña Palentina.
Después de tomarnos un día de descanso, en el cual fuimos a hacer la senda de los pescadores en Velilla del Río Carrión, decidimos volver a subir otro de los grandes, El Curavacas.
El Curavacas también impresiona, se eleva una crestería negra y aparentemente poco accesible. Para subirle tomamos el camino habitual que sale de Vidrieros, es el más corto, pero a la vez con grandes desniveles, además hay que añadir la dificultad de subir por una eterna pedrera que se eleva hasta el Callejo Grande. Como dejamos a la pobre Saika descansando, con las almuhadillas agrietadas de tanta piedra que sufrió en el Espigüete, nos habíamos propuesto hacer la ruta lo más rápido posible, para poder sacar a Saika a hacer sus cositas.
Salimos temprano de Vidrieros, subimos la pedrera buscando los trozos con retamas y vegetación para evitar lo más posible las piedras, la senda cada vez se pone más pendiente y las piernas empiezan a sufrir, el paso más corto y cansino, a duras penas puedo seguir a Pili y Ana, seguimos avanzando, ya en el Callejo Grande y por fin pasamos el paso hacía la cara norte, posiblemente el paso más problemático, aunque con precaución es llevadero. Después la recompensa, a tocar el cencerro que hay en la cima. A recuperar fuerzas, sacar las fotos y para abajo, como siempre con mucha precaución fuimos bajando el Callejo Grande, y luego vino lo bueno, bajar recto por la pedrera, sin buscar caminos, riendonos y disfrutando como niños bajando por la pedrera casi corriendo.
Una vez abajo, apuramos el paso, cerveza con limón en el bar de Vidrieros, y corriendo a buscar a Saika, que había aguantado como una campeona, y nos recibió con alegría y supongo que si tuviera el don de hablar nos diría:
¡Ya era hora, casi no aguanto!.
Salimos temprano de Vidrieros, subimos la pedrera buscando los trozos con retamas y vegetación para evitar lo más posible las piedras, la senda cada vez se pone más pendiente y las piernas empiezan a sufrir, el paso más corto y cansino, a duras penas puedo seguir a Pili y Ana, seguimos avanzando, ya en el Callejo Grande y por fin pasamos el paso hacía la cara norte, posiblemente el paso más problemático, aunque con precaución es llevadero. Después la recompensa, a tocar el cencerro que hay en la cima. A recuperar fuerzas, sacar las fotos y para abajo, como siempre con mucha precaución fuimos bajando el Callejo Grande, y luego vino lo bueno, bajar recto por la pedrera, sin buscar caminos, riendonos y disfrutando como niños bajando por la pedrera casi corriendo.
Una vez abajo, apuramos el paso, cerveza con limón en el bar de Vidrieros, y corriendo a buscar a Saika, que había aguantado como una campeona, y nos recibió con alegría y supongo que si tuviera el don de hablar nos diría:
¡Ya era hora, casi no aguanto!.
Guau, arrrf, guau, guau!!
ResponderEliminarEso es lo que me contó Saika el otro día, bajando de P. Castil. Traducido viene a decir algo así: "Que sea la última vez que me quedo en casa mientras os vais al monte!". ;)