Esta Semana Santa hemos realizado un viaje que teníamos pendiente por tierras leonesas, se trata de la comarca del Bierzo, lástima que no nos acompañe un ilustre berciano como es Don José, pero seguro que ya tendremos otra ocasión, porque hemos prometido volver a este paraíso natural. Nos alojamos en el pueblo de Borrenes, en la casa rural "San Vicente", una casa recién reformada y muy acogedora, allí conocimos a sus dueños, atentos y muy buena gente y a Saturno que regenta junto con Marisol el bar-restaurante del pueblo, y por cierto, vaya santo botillo que nos prepararon eso sí, regado con un buen caldo de la comarca como tiene que ser, sin duda un placer culinario.
Fue Saturno quien nos informó de la ruta que partía desde el mismo Borrenes hasta las médulas, de todo lo que aconteció en la ruta nos lo cuenta Japus en Derrapes Mentales. El recorrido de la ruta es todo un misterio, hasta que no asomamos la cabeza por el mirador de Orellán, no descubrimos esta maravillosa obra declarada Patrimonio de la Humanidad, y vaya subidón cuando alcanzamos el mirador y contemplamos ante nuestros ojos a esta mina al aire libre, que debido a la codicia humana en la búsqueda del dorado mineral, fue forjando y erosionando el entorno hasta cambiarlo totalmente.
Tengo que reconocer que es sobrecogedor, sobre todo el color de la tierra cuando es alumbrada por los rayos del atardecer, no consigo describirl esa tonalidad, ni siquiera fotografiarla, después de unas decenas de fotos no he logrado sacar el color de la tierra, a veces el cromatismo te juega malas pasadas.
La visita a las Médulas se me antojó muy corta y nos quedamos con ganas de más, pero el sol quería dormir y nos quedaba volver a Borrenes y tuvimos que espabilar o nos coge la noche por el camino. Llegamos entre penumbras y con los últimos tintes del día, a tiempo para saludar a los últimos compañeros en llegar a la casa.
Las Médulas bien merecen otra visita más pausada y tranquila, hay muchos rincones que recorrer y descubrir pero será para otra ocasión, el día no dio para más.
Fue Saturno quien nos informó de la ruta que partía desde el mismo Borrenes hasta las médulas, de todo lo que aconteció en la ruta nos lo cuenta Japus en Derrapes Mentales. El recorrido de la ruta es todo un misterio, hasta que no asomamos la cabeza por el mirador de Orellán, no descubrimos esta maravillosa obra declarada Patrimonio de la Humanidad, y vaya subidón cuando alcanzamos el mirador y contemplamos ante nuestros ojos a esta mina al aire libre, que debido a la codicia humana en la búsqueda del dorado mineral, fue forjando y erosionando el entorno hasta cambiarlo totalmente.
Tengo que reconocer que es sobrecogedor, sobre todo el color de la tierra cuando es alumbrada por los rayos del atardecer, no consigo describirl esa tonalidad, ni siquiera fotografiarla, después de unas decenas de fotos no he logrado sacar el color de la tierra, a veces el cromatismo te juega malas pasadas.
La visita a las Médulas se me antojó muy corta y nos quedamos con ganas de más, pero el sol quería dormir y nos quedaba volver a Borrenes y tuvimos que espabilar o nos coge la noche por el camino. Llegamos entre penumbras y con los últimos tintes del día, a tiempo para saludar a los últimos compañeros en llegar a la casa.
Las Médulas bien merecen otra visita más pausada y tranquila, hay muchos rincones que recorrer y descubrir pero será para otra ocasión, el día no dio para más.
Muy bonita la entrada, Rufo, y muy bonitas las fotos también.
ResponderEliminarTe fijaste cuando salió el sol? Estábamos en el mirador ya con un pié en el camino, para irnos; nos quedamos otro buen rato sacando fotos y contemplando aquel maravillo atardecer sobre las Médulas.
A ver si conseguimos que la próxima visita sea con "cicerone" (Don José). ;)
Javi.