El día amanece nublado y con posibilidades de tormentas, metemos los chubasqueros en las mochilas y nos dirigimos a San Leonardo de Yagüe, sabedores de que la ruta la hoy será larga pero muy cómoda, sin desniveles, más parecida a un paseo primaveral a la orilla de un río. Hoy recorreremos parte de la senda PR-SOBU 65, traducido como la Senda del Río, la cual transcurre integramente dentro del Parque Natural Cañón del Río Lobos.
El Cañón del Río Lobos, es un espectacular cañón de grandes paredes verticales de roca caliza, este cañón lo ha trazado el discurrir del río Lobos. Tiene una distancia de 24 km. y parte de la localidad burgalesa de Hontoria del Pinar y termina en el nacedero del río Ucero en tierras sorianas. El Cañón tiene una gran riqueza paisajística, se pueden visitar alguna cueva y la afamada ermita Templaria de San Bartolomé. Como en todos los cañones de roca caliza, nos vamos a encontrar con colonias de buitres leonado, aparte de una variada fauna y flora.
Nosotros al tener un solo coche no podemos realizar la ruta completa desde Hontoria hasta Ucero, vamos a andar solo una parte del sendero que va desde el puente de los Siete Ojos, hasta la ermita de San Bartolomé. Este trazado como nos dijo la guía del aparcamiento del puente de los Siete Ojos es el más bucólico y hermoso, aunque el recorrido desde Hontoria del Pinar es más agreste, sin embargo el río desaparece y vuelve a aparecer en varios puntos, lo que nos influyó para decidirnos por el camino bucólico.
Al estar más al sur de los picos de Urbión, el cielo se ha abierto y las tormentas no amenazan de momento por estos lugares. Empezamos a andar y en los dos primeros kilómetros solo encontramos alguna charcas medio secas en el trazado del río. La senda atraviesa el río varias veces, y en todos los pasos han puesto unos grandes bloques de piedra para sortear el cauce, aunque en alguno de estos pasos el agua no ha hecho acto de presencia. Ana y los niños se divierten emulando a Daniel Sam y la postura de la grulla en Karate Kid, cuando atraviesan por uno de estos pasos, creo que Yaiza es la mejor alumna.
Pasados los dos primeros kilómetros de recorrido, el río vuelve a surgir y con él la vida acuática. El croar de las ranas libran una batalla con el canto de los pájaros, ganando las primeras. Al principio cuesta verlas en un mar de nenúfares y juncos, luego te acostumbras a las localizas más fácilmente. Que razón tenía la guía del aparcamiento en considerar esta parte del río como la más bucólica, las charcas cubiertas por completo de nenúfares en flor,los sauces se inclinan con una reverencia hasta tocar el agua con sus finas ramas, las orillas plagadas de juncos y toques de color amarillo de los lirios de agua.
Seguimos la senda unas veces por la orilla izquierda del río, otras por la derecha, hasta que llegamos a la Cueva Negra, situada a unos 50 mts. más arriba del cauce del río. Decidimos visitarla, este va a ser la única pendiente que vamos a subir, corta pero empinada. Entramos a la cueva y comprobamos que sus habitantes deben ser cabras, o tal vez ovejas, el caso es que hay una buena capa de excrementos en toda la cueva, lo cual indica que llevan mucho tiempo usándola tal vez como refugio nocturno y en horas de mucho calor. La cueva no es muy grande pero las diferentes aberturas ofrecen un buen juego de luces.
Bajamos de nuevo a la orilla del río, y seguimos su monótono curso. El Cañón va girando a izquierda y derecha, unas veces más ancho otras más estrecho. En sus paredes verticales vamos descubriendo a los buitres, ajenos al trajín de las ranas en el río. En una de las muchas charcas del río, hay una especie de mirador, desde donde vemos más de cerca a los anfibios, supongo que están tomando el sol sobre las hojas de los nenúfares.
Seguimos río abajo y en una de las paredes del cañón nos encontramos con varias colmenas, usadas por los frailes cuando poblaban la ermita del cañón. Unos metros más adelante vemos su silueta, y pegada a ella la Cueva Grande. Se nota que tenemos cerca el aparcamiento un par de kilómetros más abajo, los menos andarines lo tienen mejor para acceder al cañón y esto hace que la cueva este abarrotada, así como la ermita y sus aledaños.
Después de visitar la cueva y la ermita de San Bartolomé volvemos por nuestros pasos alejándonos del barullo humano. Buscamos un sitio para comer más tranquilamente a la sombra de los árboles, como fondo el río, el croar de las ranas y las paredes verticales del cañón.
Comidos y descansados volvemos a retomar el camino, tenemos que desandar lo andado en busca del puente de los Siete Ojos. Son las horas centrales del día y el calor aprieta, agradecemos la sombra de los árboles ribereños. Hay nubes de evolución y nos puede caer alguna tormenta, aligeramos el paso y en un par de horas ya estamos de nuevo en el coche. Hay mucho bochorno, hemos acabado todo el agua que llevamos, menos mal que en el aparcamiento hay una fuente. Después de saciarnos y refrescamos, le preguntamos a la guía donde podemos ir a bañarnos a un río, nos habla del nacimiento de la Fuentona en Muriel de la Fuente y allí nos dirigimos.
La Fuentona es un espacio natural protegido, se trata de la surgencia del río Abión en el lugar conocido como el Ojo de la Fuentona. En este lugar donde surge el río, existen galerías que bajan a más de 100 m. de profundidad, filmados por el programa "Al filo de lo imposible". Aunque no se ha descubierto todavía su profundidad total, dado el elevado riesgo que esto conlleva. Sorprende el profundo color azul de sus frías aguas y las truchas de un tamaño considerable seguramente debido a la falta de enemigos.
Pero al ser un espacio protegido esta prohibido el baño, por lo tanto buscamos el baño en otra parte, lo mejor es acercarse al cercano embalse de la Cuerda del Pozo, donde hay playas idóneas para el baño. De camino al pantano pasamos por el pueblo medieval de Calatañazor, un hermoso pueblo amurallado, lugar de grandes batallas, donde Almanzor perdió la suya con los castellanos y leoneses.
Llegamos al embalse y por fin los niños pudieron disfrutar de un merecido baño.
Fin de la jornada y vuelta para el camping. Estamos al final del "puente", pero aún tenemos que quemar algún cartucho más.
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